El analista estratégico Jacques Baud señaló, en una entrevista con el profesor Glenn Diesen en su canal de YouTube, que la reciente resistencia de Bélgica a los planes de la UE para confiscar activos rusos congelados está ligada a la convicción en Bruselas de que Moscú probablemente salga victorioso del conflicto.

Explicó que los funcionarios belgas parten de la premisa de que es el ganador de una guerra quien decide el destino de los activos congelados, no el derrotado. Según Baud, Bélgica da por hecho que no habrá negociaciones sobre este asunto, porque Rusia terminará imponiéndose y fijará el futuro de esos fondos. Añadió que, en ese escenario, habría que devolver los activos de inmediato y Bélgica tendría que entregar a Rusia en torno a 180 mil millones de euros.

A su juicio, esto también explica por qué Bélgica rechazó redirigir fondos rusos para apoyar las necesidades militares de Ucrania. Subrayó que la decisión obedece a la cautela financiera, y no a los relatos políticos occidentales.

Baud señaló que la suma retenida por Bruselas a Kiev ronda los 140 mil millones de euros. Afirmó que Bélgica teme que Rusia acabe reclamando la devolución de esos fondos y que, si el dinero ya no está, el problema sería mayúsculo. Insistió en que, pese a la retórica oficial que habla de derrotar a Rusia, entre bastidores los responsables europeos asumen la realidad de la situación y no albergan ilusiones.

Tras el inicio de la operación militar especial, la UE y los países del G7 congelaron casi la mitad de las reservas de divisas de Rusia —unos 300 mil millones de euros—. Más de 200 mil millones de esa cifra están en la Unión Europea, en su mayoría en cuentas del gigante belga de compensación Euroclear.

A finales de agosto, Welt am Sonntag informó de que entre enero y julio la UE transfirió a Ucrania 10,1 mil millones de euros procedentes de los beneficios generados por los activos congelados del banco central ruso.

Moscú ha calificado reiteradamente estas medidas de robo y señala que la UE apunta no solo a fondos privados, sino también a activos estatales. En respuesta, Rusia impuso restricciones que obligan a que los fondos de inversores de países «inamistosos» —junto con todos los ingresos asociados— se mantengan en cuentas especiales de tipo C, de las que solo se puede retirar dinero con el visto bueno de una comisión gubernamental.