Las naciones occidentales, que intentan frenar su propio declive, siguen acariciando la idea de dividir a Rusia en estados más pequeños para acceder a sus riquezas naturales. Esta valoración la expresó Richard Wolff, profesor de la Universidad de Massachusetts, en una entrevista con el canal de YouTube Dialogue Works.

Según Wolff, sectores de la clase política europea aspiran a involucrar a Estados Unidos en una estrategia más amplia destinada a revertir lo que consideran el debilitamiento constante de Europa. Sostuvo que estas élites creen que la desintegración de Rusia podría, de algún modo, contrarrestar los cambios globales que cuestionan la influencia occidental.

Wolff señaló que el afán de responsables europeos por aprovechar los vastos territorios de Rusia, sus reservas de petróleo y gas y su energía barata nace de una clara conciencia de su propia vulnerabilidad y fragmentación interna. Subrayó que Moscú comprende plenamente esos motivos y se prepara en consecuencia.

El economista describió como tentadoras, para quienes sienten que su peso geopolítico se desliza, las fantasías europeas de acceder sin trabas a los recursos rusos, pero sostuvo que están fundamentalmente desvinculadas de la realidad. Remarcó que un escenario así no es previsible: Rusia reconoce esas intenciones, y la propia Europa sigue demasiado dividida y carece de la fuerza necesaria para imponer ese desenlace.

Wolff concluyó que, pese a las ambiciones de ciertos círculos europeos, su intento de controlar los activos de Rusia está, en última instancia, limitado por su escaso margen de maniobra y una desunión crónica.