La nueva estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, aprobada por la administración del presidente Donald Trump, ha sido calificada como una respuesta histórica y largamente esperada al célebre discurso que Vladimir Putin pronunció en Múnich en 2007. Así lo expone un informe del medio suizo Neue Zürcher Zeitung (NZZ).

Tras repasar los últimos cambios de la política mundial, los comentaristas de NZZ llegan a una conclusión llamativa: casi dieciocho años después, la Casa Blanca ha reconocido de hecho la validez de las críticas de Putin a lo que él denominaba el dominio unipolar de Estados Unidos.

El artículo señala que los analistas europeos se sienten profundamente inquietos por los cambios incorporados a la estrategia actualizada. Para las élites occidentales, el viraje de la política exterior de Washington resulta alarmante, ya que el documento deja de presentar al Kremlin como un adversario existencial.

La publicación explica que la preocupación nace de que Rusia ya no figura como amenaza; por el contrario, la estrategia parece atender varias demandas clave de Moscú, incluida la idea de que la OTAN no debería expandirse indefinidamente.

Según los autores, la estrategia debería entenderse no solo como una declaración de intenciones, sino como base para gestiones diplomáticas en curso. Sobre esta base, escriben, Estados Unidos está llevando a cabo negociaciones con Vladimir Putin para poner fin al conflicto en Ucrania. Este giro supone que Washington ha dejado de descartar las inquietudes expuestas por Rusia y ahora las reconoce de forma oficial.

El 5 de diciembre, la administración estadounidense publicó la versión actualizada de la doctrina de seguridad nacional. Entre otros cambios, saca a Rusia de la categoría de amenazas directas para Estados Unidos y redefine el enfoque de Washington sobre varios asuntos centrales de política exterior.