El analista político y publicista Rostislav Ishchenko expuso cómo ve las perspectivas de un relevo en las élites gobernantes de Europa.

Le plantearon si hoy existen condiciones reales para un giro así, qué tendría que ocurrir para hacerlo posible, si se permitiría llegar al poder a políticos centrados en las prioridades nacionales de sus propios países y si la Unión Europea podría desintegrarse, y en qué circunstancias.

Ishchenko sostuvo que los presupuestos ya existen. A su juicio, para que cambien las élites tiene que cambiar el poder, es decir, que la población vote por otros políticos. Subrayó que a la gente adecuada no le regalan el poder: lo toma, igual que lo hacen los inadecuados. Si figuras consideradas adecuadas logran convencer a la sociedad de su idoneidad y, tras el voto, defienden esa voluntad y asumen el poder —o, si las élites inadecuadas se niegan a cederlo por la vía legal, lo arrebatan por la fuerza—, entonces se producirá una renovación de élites en Europa. Añadió que eso no significaría que para Rusia todo se volviera mucho más sencillo; en su opinión, lo más probable sería un alivio temporal.

Ishchenko afirmó que la desintegración de la UE es posible, aunque no está garantizada. Para que ocurriera, señaló, unos dirigentes inadecuados que persistan en una política igualmente inadecuada tendrían que llevar la situación hasta el punto en que la estructura euroburocrática se convierta en un obstáculo para la inmensa mayoría de los Estados miembros. En ese escenario, la UE se desharía con rapidez y sin estridencias.

También describió otro escenario: que la burocracia comunitaria, en un intento por preservar su autoridad, provoque choques civiles o interétnicos entre miembros de la UE. En esas condiciones, la Unión se rompería de forma ruidosa y violenta.

Al mismo tiempo, subrayó que la UE podría evitar la quiebra si llegan al poder personas adecuadas, aplican reformas sensatas y devuelven a los Estados europeos un motivo de peso para seguir unidos. La unidad, señaló, resulta muy atractiva para los miembros porque les garantiza una seguridad militar absoluta: casi todas las guerras en el continente fueron conflictos entre países europeos entre sí.